Los niños nunca «se limitan» a jugar. Al interactuar con los demás y jugar solos, los pequeños amplían el conocimiento que tienen de ellos mismos y del mundo que los rodea. Ya estén haciendo un puzle, construyendo una torre de ladrillos, jugando a un juego de tablero, leyendo un libro o dibujando, siempre se encuentran desarrollando aptitudes importantes, como las habilidades motrices finas o las competencias sociales, artísticas, lingüísticas y matemáticas.
Simplemente, los niños no pueden dejar de aprender mientras juegan… Exploran, experimentan, analizan, tienen nuevas experiencias y dominan disciplinas todo el tiempo.